— Lleva el útero hacia adelante, a su verdadero lugar, impidiéndole que se deslice hacia atrás donde estaría molesto.
— Los músculos de la parte interior de las piernas se estiran y se vuelven más flexibles.
— La región de la ingle se refuerza.
— También facilitará la expulsión porque los músculos, al hacerse flexibles, se estiran perfectamente.
— Se dan menos casos de prolapso de útero o de vejiga (descenso de esos órganos).
— Se previenen las varices y las hemorroides.
Hay que advertir, sin embargo, que no conviene permanecer en esta postura durante períodos muy largos, sobre todo las mujeres de cierta edad que no tienen costumbre de sentarse así porque sentirán una sensación de tirantez en la parte de la ingle y el interior de los muslos.
Estos efectos se deben sencillamente a la falta de flexibilidad en la zona de las articulaciones. Pero las molestias desaparecen con el tiempo cuando las articulaciones se hacen más flexibles.
Después, para descansar de esta postura, estira las piernas y golpea el suelo con las pantorrillas. Esto te relajará las piernas.
Para la buena posición del útero en la pelvis, es perjudicial dejarse deslizar en un sillón, con la columna arqueada. Porque el útero desciende entonces profundamente en la pelvis en lugar de caer libremente hacia adelante. Además, los vasos sanguíneos que riegan los ríñones y las piernas quedan comprimidos y se obstaculiza la circulación.
Además, esta mala postura favorece la aparición de chepa cansando cuello y espaldas.
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